Seguro que alguna vez has tenido dificultades para contactar con tu médico de familia pese a haberlo intentado en multitud de ocasiones; seguro que conoces a alguien que lleva semanas de espera para someterse a una prueba diagnóstica o a una valoración del especialista hospitalario; seguro que como paciente has percibido que entre los propios profesionales falla la comunicación ya sea porque falta información importante en la historia clínica o porque nadie haya pactado contigo los objetivos o el tratamiento para mejorar tu proceso de salud.
Estas situaciones, que afectan tanto a pacientes como a profesionales sanitarios lamentablemente, son demasiado habituales hasta el punto de que muchos equipos de salud las han asumido como irresolubles; es más, han adaptado su cultura organizativa aplicando soluciones provisionales, en lugar de hacer un abordaje estratégico y solventar el problema de raíz.
¿Y cuáles son las consecuencias de esta atención tan fragmentada? Lo que es evidente es que comportan una mayor posibilidad de errores médicos, retrasos en los diagnósticos, un aumento de las descompensaciones y globalmente una menor satisfacción de profesionales y pacientes.
Ante estos gaps, algunos sistemas de salud apuestan claramente por potenciar estrategias vinculadas a la continuidad asistencial. Se trata de una línea relativamente reciente orientada a mejorar la atención coordinada y cohesiva que reciben los pacientes a lo largo de su trayectoria de salud como elemento crucial para garantizar una atención sanitaria de calidad.
Veamos qué dice la evidencia al respecto: un grupo de investigadores suecos ha publicado en BMC Health Services Research, un interesante estudio titulado “¿Qué se necesita para la continuidad de la atención y cómo podemos lograrlo?”, con una valiosa perspectiva acerca de las percepciones de los profesionales multidisciplinarios sobre la continuidad asistencial en el contexto de la atención a pacientes con enfermedades crónicas.[1]
¿Qué se necesita para lograr la continuidad asistencial?
Los investigadores realizaron entrevistas con profesionales de los servicios sanitarios y sociales de tres áreas geográficas con características diferentes, en Suecia. Se concluyó que la continuidad asistencial dependía por una parte, de la cooperación profesional y de la capacidad de trazar relaciones duraderas y personalizadas con los pacientes y entre profesionales, a nivel micro; de la estabilidad en las estructuras organizativas y la cooperación interdisciplinaria con el objetivo de lograr una atención coordinada a largo plazo, a nivel meso; y a nivel de macrosistema, de la responsabilidad conjunta para la gobernanza bajo una perspectiva cohesiva, desarrollando soluciones técnicas uniformes para el intercambio de conocimientos e información.
Se destacan tres elementos clave para lograr una continuidad asistencial con impacto real en el sistema:
- Comunicación efectiva: El intercambio de información precisa y oportuna entre los diferentes profesionales involucrados en la atención del paciente es esencial para garantizar una atención coordinada.
- Colaboración interprofesional: La colaboración efectiva entre profesionales de diferentes disciplinas, como médicos, enfermeras, trabajadores sociales y fisioterapeutas, es fundamental para abordar las necesidades complejas de los pacientes con enfermedades crónicas.
- Enfoque centrado en el paciente: La atención debe centrarse en las necesidades y preferencias individuales del paciente, involucrando activamente al paciente en la toma de decisiones sobre su atención.
¿Cómo pueden los directivos de las empresas sanitarias impulsar la continuidad asistencial?
En un entorno cada vez más complejo y fragmentado, la continuidad asistencial se convierte claramente en un desafío fundamental para los directivos de las empresas sanitarias. Algunas acciones clave que pueden adoptar incluyen:
- Priorizar la continuidad asistencial en la agenda estratégica de la empresa: Al considerarla un objetivo estratégico se deben asignar los recursos necesarios para su implementación.
- Fomentar una cultura de colaboración: Crear un entorno donde los profesionales de diferentes disciplinas se sientan valorados y se les anime a trabajar juntos de manera efectiva.
- Implementar tecnologías de la información que faciliten la comunicación y el intercambio de información: Esto incluye el uso de historias clínicas electrónicas compartidas, sistemas de mensajería segura y herramientas de colaboración en línea.
- Desarrollar programas de formación que centren en la continuidad asistencial: Capacitar a los profesionales sanitarios sobre la importancia de la continuidad asistencial y las habilidades necesarias para lograrla.
- Involucrar a los pacientes en el diseño y la implementación de iniciativas de continuidad asistencial: La perspectiva de los pacientes es fundamental para garantizar que las iniciativas de continuidad asistencial sean efectivas y satisfagan sus necesidades.
Lograr una verdadera continuidad asistencial entre atención primaria y atención hospitalaria es un reto enorme, pero no imposible. Los beneficios de reducir la fragmentación tienen tanto impacto en el conjunto del sistema, que merece la pena invertir los máximos esfuerzos en intentarlo. Y es aquí donde los directivos tienen por delante el enorme reto de construir entornos que promuevan la continuidad asistencial invirtiendo en iniciativas que la hagan realidad. Estoy convencido de que, con esfuerzo, lograremos conseguirlo.
Referencias
[1] Ljungholm L, Edin-Liljegren A, Ekstedt M, Klinga C. What is needed for continuity of care and how can we achieve it? – Perceptions among multiprofessionals on the chronic care trajectory. BMC Health Serv Res. 2022 May 23;22(1):686. doi: 10.1186/s12913-022-08023-0. PMID: 35606787; PMCID: PMC9125858.
Foto de Alessio Soggetti