Equilibrando el cuidado del paciente y la sostenibilidad económica: estrategias para nuestras organizaciones

13/05/2024

La viabilidad económica del sistema sanitario se presenta como un tema crucial en la actualidad. Nuestras organizaciones, por razones evidentes, no pueden continuar su expansión sin límites. A pesar de ello, continuamos midiendo nuestro éxito en relación con el volumen de actividad y dejando de lado la adecuada consideración de los resultados en salud que ofrecemos. Nos enfrentamos a un paradigma que exige un cambio radical, abandonando las métricas convencionales para adoptar un enfoque holístico que evalúe no solo la cantidad de servicios, sino el impacto real en el bienestar de aquellos a quienes cuidamos.

Pero esta transformación no se da de manera instantánea. La reducción de la variabilidad en la práctica clínica, la reorientación hacia prácticas que aporten valor y la integración de servicios demandan inversiones significativas en tiempo y recursos. ¿Estamos plenamente conscientes de esta necesidad? Es importante resistir la tentación de recurrir únicamente a reorientar nuestro presupuesto, olvidando que, en este escenario, se requieren medidas de apoyo a los cambios, estrategia, un liderazgo político sólido y la eliminación de estructuras obsoletas. La sostenibilidad económica no solo implica hacer cambios financieros, sino también construir cimientos sólidos para un sistema que garantice resultados en salud duraderos y de calidad.

Me sigue resultando fascinante cómo conceptos como Right Care, Less is More, Choosing Wisely y Lean Healthcare van teniendo mayor relieve en nuestras instituciones sanitarias. Son principios que no solo reflejan una evolución en la gestión clínica, sino una incesante búsqueda para redefinir la prestación de servicios de salud que maximice el valor que aportan a los pacientes. Todos ellos pretenden aprovechar de manera más eficiente nuestros recursos, centrándose en lo que realmente aporta valor, garantizando la sostenibilidad, la calidad y la seguridad de la atención médica.

Aunque queda claro que este enfoque es el camino hacia el futuro, el auténtico desafío reside en la implementación práctica de estos principios en cada institución. La transformación de la teoría a la acción requiere un compromiso profundo, liderazgo efectivo y la disposición a cuestionar las prácticas establecidas. En el corazón de esta transición está la necesidad de hacer las cosas de otra manera, fomentar la colaboración interdisciplinaria y promover la participación activa de los pacientes en sus propios cuidados y en el diseño compartido de la asistencia sanitaria.

Explorar cómo llevar estos principios a la práctica en entornos específicos es esencial para traducir la visión de una atención médica más centrada en el paciente y eficiente en la realidad cotidiana de las instituciones sanitarias. A través de la compartición de experiencias, buenas prácticas y aprendizajes, podemos avanzar hacia sistemas de salud más sostenibles y centrados en el valor, mejorando así la calidad de la atención y la seguridad del paciente. Este desafío no solo define el presente, sino que moldeará el futuro de la gestión clínica y la prestación de servicios de salud.

No hay nada más que recordar la trayectoria de estudios como los liderados por John Weinberg sobre la variabilidad injustificada de la práctica clínica. Aquella que no está fundamentada en la enfermedad, en la evidencia o en las preferencias del paciente. Abordar esta variación se vuelve esencial para realizar acciones basadas en la evidencia y alineadas con las necesidades del paciente, optimizando la asignación de nuestros recursos hacia lo que verdaderamente aporta, es decir, dejar de hacer, para concentrarse en lo que hace falta.

Como ponen de relieve los expertos, este enfoque estratégico debe estar liderado por las direcciones asistenciales y apoyado por equipos de consenso, con representación multidisciplinaria que incluya ingenieros de procesos, expertos en informática, psicólogos, trabajadores sociales, pacientes, enfermeras, clínicos, administrativos, etc. El objetivo es proporcionar asesoramiento metodológico, integrar los protocolos en el flujo de trabajo, optimizar nuestros sistemas de información y supervisar la implementación, identificando y corrigiendo barreras en su adopción. ¿Existe una hoja de ruta y esta fuerte necesidad de inversión en tiempo y recursos o en tecnologías de la información en nuestras instituciones? Puede que exista margen de mejora en este aspecto.

Muchos expertos, como Advisory Board, llevan tiempo señalando que, si bien el diseño de protocolos es común en todas nuestras organizaciones, las que sobresalen lo hacen integrando estos equipos de consenso en los flujos de trabajo y en la superación de las barreras en la implementación. De esta forma, se asegura que los protocolos diseñados no solo existan en papel, sino que se incorporen eficazmente en la práctica clínica. Nada nuevo. Lo llevo escuchando de forma insistente de profesionales como Jordi Varela, Alex Farré (Responsable de PDCA), Oriol Estrada (Director de estrategia asistencial e innovación. Gerencia Territorial Metropolitana Nord) o David Font (Director de Estrategia y Planificación del Hospital Clínic de Barcelona).

Uno de los desafíos clave es, por tanto, trazar el camino para impulsar integralmente estas necesidades y que esto constituya una palanca fundamental para la transformación de las organizaciones sanitarias del siglo XXI.

El cambio hacia unas organizaciones verdaderamente centradas en la evidencia, en la experiencia del paciente y en las necesidades de los profesionales no puede partir solo de una política presupuestaria, sino en una reconfiguración profunda de nuestra cultura. La tentación de recurrir a esta estrategia, sin un respaldo técnico sólido, podría comprometer el viaje hacia un sistema sostenible y centrado en el valor. Por lo tanto, impulsar este cambio demanda:

  • Un liderazgo comprometido desde la política, la administración y la alta dirección.
  • La participación activa de los profesionales, con recursos adecuados que les permitan tomar decisiones basadas en la evidencia, incorporar una cultura de mejora continua y la perspectiva de los pacientes.
  • Invertir en tecnologías de la información que nos faciliten la recopilación y el análisis de datos basados en evidencia, así como para mejorar la experiencia de los pacientes.
  • Avanzar en la integración de servicios, la colaboración interdisciplinaria y la reducción de nuestra variabilidad de la práctica clínica.
  • Proporcionar competencias a los profesionales de a pie en estos temas.
  • Establecer métricas que midan nuestros resultados, faciliten la retroalimentación y permitan el benchmarking con otras instituciones.
  • Promover una cultura que no solo valore, sino que también celebre la toma de decisiones informada por la evidencia, la participación activa de pacientes y la colaboración entre profesionales de diferentes disciplinas.

En última instancia, el camino hacia una organización sanitaria verdaderamente transformada implica una colaboración continua entre todos los actores involucrados (política, administración, dirección, cargos intermedios, profesionales, pacientes y ciudadanía en su conjunto), reconociendo que el conocimiento basado en evidencia y la voz del paciente y del profesional son elementos fundamentales para una atención sanitaria de calidad en el siglo XXI. Este enfoque no solo mejorará la calidad de la atención, sino que será el verdadero eje vertebrador de una mayor eficiencia y sostenibilidad económica en el medio y largo plazo.

En el desafiante horizonte de la transformación sanitaria nos enfrentamos a una encrucijada fundamental: ¿estamos listos para dejar atrás convencionalismos y métricas obsoletas, abrazando un enfoque holístico que reconozca que viabilidad económica y calidad de la atención deben ser compañeros inseparables? En esta travesía hacia una atención centrada en el paciente, en el profesional y en la sostenibilidad económica, ¿nos atrevemos a desafiar prácticas arraigadas, a liderar con convicción y a invertir en una verdadera transformación? Las respuestas a estas preguntas definirán no solo nuestro presente, sino el molde mismo de la gestión clínica y la prestación de servicios de salud en el futuro. El viaje hacia la autenticidad, la eficiencia y la sostenibilidad requiere no solo hablar, sino actuar. ¿Estamos listos para el desafío?


Foto de Niklas Ohlrogge

Comparte: