Una de las potencialidades menos reconocidas de la Atención Primaria española, pese a que es uno de sus superpoderes, es su orientación familiar y comunitaria. Implica tener la mirada puesta fuera de la consulta y la disposición a salir de ella, tanto al domicilio de los pacientes como a la propia comunidad. El problema radica en el diseño de la asistencia con agendas que atan a los profesionales al centro de salud y terminan asfixiando los intentos de fortalecer este curso de acción. Sin embargo, es muy rentable invertir en redes informales, les pondré ejemplos.
Como médico rural tengo claro que el centro de salud no es el único proveedor de servicios relacionados con la misma. Las farmacias comunitarias y los ayuntamientos son puntos vitales de la red comunitaria que es básico tener como aliados. Para ello he propiciado desde hace años reuniones presenciales con ambos actores con la intención de facilitar el encuentro y el conocimiento de los diferentes profesionales dado que siempre es más fácil trabajar con alguien cuya cara conoces. Ir ampliando la agenda de contactos locales, aprovechando los avisos domiciliarios por ejemplo y saludando a los fisioterapeutas, psicólogas, dependientes de herbolarios, ortopedias, etc.… de nuestra localidad, permite construir una urdimbre relacional de la que nacerán activos comunitarios para la salud y canales abiertos para referir a pacientes o solucionar sus problemas. La capacidad de cuidar de los equipos de Atención Primaria se multiplica si consiguen tejer vínculos y relaciones con los diferentes actores de sus territorios, mejorando también la percepción subjetiva de bienestar profesional, eficacia y seguridad.
Por otro lado, las redes profesionales formales que nos proveen nuestras organizaciones sanitarias, y que son la base de las mismas, suelen caracterizarse por su inercia y rigidez. La comunicación entre actores suele hacerse de forma escrita por medio de los sistemas de información y de historia clínica electrónica que se dispongan. Muy rara vez se conoce al profesional que está al otro lado de la petición de interconsulta o de prueba diagnóstica, ni quienes las reciben conocen a quienes las remiten. En países como el Reino Unido o Francia dichas peticiones van dirigidas a un profesional concreto y respondidas de forma personalizada al remitente, lo que facilita la creación de vínculos profesionales que se pueden ir modulando y desarrollando con el tiempo. En nuestro caso se remiten a un servicio concreto sin posibilidad de hacerse nominal, lo que impide el establecimiento de ninguna relación. La única forma de hackear el sistema es presentándose directamente en el servicio. Tiene su riesgo, pero suele merecer la pena. En mi caso las visitas que he hecho a la Gerencia de Atención Primaria para conocer a gestores, secretarias, farmacéuticos, fisioterapeutas, informáticos y demás personal, han sido siempre exitosas e importantes para mejora mi práctica asistencial cotidiana. Con el hospital de referencia también he tenido la oportunidad de presentarme en algunos servicios concretos, siendo lo habitual ser bien recibido. Aunque reconozco que ha habido desencuentros con profesionales no interesados en mejorar la coordinación o jefes de servicio que me han negado la posibilidad de formación continuada en sus dependencias.
En los últimos años se ha extendido la figura del director de coordinación asistencial entre hospitales y primaria lo que ha facilitado la construcción de puentes y la corrección de errores y fallos gracias a su labor de mediación. Quizá el siguiente paso sea potenciar la cultura de coordinación en red que tanto necesita una organización como la nuestra, basada en la información y el conocimiento. Herramientas como la eConsulta están consiguiendo lo que hasta hace muy poco era imposible, compartir información blanda, dudas clínicas, fotografías, dermatoscopias, electrocardiogramas, ecografías… recibiendo respuesta en pocos días y no en los meses habituales de demora que suelen ser habituales con las interconsultas reglamentarias.
Otra interesante posibilidad a la hora de implementar redes profesionales informales pasa por usar aplicaciones de redes sociales genéricas. Para no correr riesgos es necesario tener claro que no es seguro usar estas redes simultaneando un uso personal privado con uno profesional. Lo más sensato es diferenciar bien para evitar malentendidos o visualizar material personal que pueda acabar siendo visionado por colegas o pacientes. De las redes actuales quizá LinkedIn y X (antes Twitter) sean las que tengan una mayor rentabilidad a este respecto dado que permiten seguir perfiles profesionales de nuestro interés y listas ajenas o propias que suman conjuntos de perfiles. El seguimiento y la lectura de los mismos puede proveernos de información puntual, material de formación continuada, oportunidades de trabajo o investigación, sinergias y todo tipo de posibilidades. Es posible seguir eventos o congresos a distancia (siguiendo la correspondiente etiqueta) e interactuar con cualquier actor con nuestros comentarios o aportes. Dentro de las pegas del uso de estas herramientas están el gran tiempo que suelen consumir, el ruido de fondo que producen, la posible crispación de algunos mensajes o actores (troles), la facilidad de enzarzarse en discusiones absurdas o de recibir opiniones iracundas y la posibilidad de equivocarnos al publicar información incorrecta o inapropiada. Por otro lado, nos abre la puerta a conectar con profesionales de otros lugares y ámbitos fuera de nuestra burbuja habitual que habitualmente suele ser monocromática. También nos permite compartir contenido profesional como artículos, opiniones, casos clínicos e información asistencial que puede ser de provecho para otros. La visibilidad que produce una revista profesional de un artículo propio puede ser muy inferior a la que conseguimos en redes sociales si sabemos construir una red informal potente. Para ello hace falta tiempo y paciencia, dado que será necesario ir compartiendo valor por un lado para ir cosechando conexiones y contenido por el otro.
También hay que citar las redes de mensajería instantánea de las que WhatsApp es la más prevalente en nuestro medio. Suelen servir para crear pequeños grupos virtuales con los perfiles de una unidad funcional o pequeños subgrupos que reúnen amistades dentro del servicio o juntan a los que tienen el mismo perfil profesional. Su gestión puede variar siendo lo más frecuente usarlas para compartir información del día a día o noticias locales. En algunos casos también incluyen artículos científicos, presentaciones u otros materiales docentes o profesionales. Consensuar reglas de moderación puede ser interesante para disminuir el ruido y favorecer la calidad de los mensajes.
En el medio plazo las redes informales van a ser herramientas que junto con el uso de algoritmos de Inteligencia Artificial aumenten la potencia asistencial de los profesionales. Parece necesario plantear una mejora de su uso para calibrar el tiempo que requieren y la calidad de la información que se comparte en ellas. Aconsejar prudencia y animar a hacer un uso juicioso puede aportar valor tanto a profesionales como a organizaciones.
Lecturas recomendadas
Bosslet, Gabriel T., et al. “The patient–doctor relationship and online social networks: results of a national survey.” Journal of general internal medicine 26 (2011): 1168-1174.
Brown, James, Christopher Ryan, and Anthony Harris. “How doctors view and use social media: a national survey.” Journal of medical Internet research 16.12 (2014): e267.
Casado, Salvador. “El papel del blog en la relación médico-paciente.” FMC: Formación Médica Continuada en Atención Primaria 19.6 (2012): 318-320.
Casado, Salvador. “Redes, equipos, tramas y urdimbres” Observatorio La gestión importa. 16 Octubre 2023. http://lagestioimporta.cat/arees/redes-equipos-tramas-y-urdimbres/?lang=es
Guseh, James S., Rebecca W. Brendel, and David H. Brendel. “Medical professionalism in the age of online social networking.” Journal of medical ethics 35.9 (2009): 584-586.
La consulta del doctor Casado. https://doctorcasado.blogspot.com/search/label/web%20social
Foto de Salvador Casado