La necesidad de trabajar en la prevención de enfermedades crónicas nos ha llevado a una mayor conciencia sobre la importancia de incidir en los factores de riesgo, aunque este primer impulso aún no es suficiente. En nuestro entorno estamos experimentando un marcado aumento de la obesidad y la diabetes, relacionado con un preocupante porcentaje de la población que es sedentaria o no hace suficiente actividad física. Estos factores de riesgo contribuyen significativamente al riesgo de desarrollar enfermedades crónicas a medida que envejecemos. En una sociedad con una mayor esperanza de vida y cifras de cronicidad cada vez más crecientes, es imprescindible desarrollar y difundir métodos para ayudar a cambiar hábitos de vida perjudiciales por otros más saludables. En personas con enfermedades crónicas un nivel bajo de educación sanitaria se asocia con peor calidad de vida y con peores resultados de salud. Si a este modelo le sumamos el riesgo del gradiente social, las personas con un nivel socioeconómico más bajo, nivel educativo más bajo y edad más avanzada experimentan más barreras de acceso a la educación sanitaria, lo que genera un grave patrón de desigualdad en las personas con enfermedades cronicas.[1]
A un nivel más particular, la ambivalencia o dificultad para cambiar los comportamientos poco saludables se manifiesta de formas diferentes y a veces superpuestas: angustia emocional, tensiones en la relación profesional sanitario-paciente o incluso un profundo conflicto interno sobre el cambio. Una o más de estas formas de ambivalencia hacia el cambio son comunes y, de hecho, normales, lo que nos lleva típicamente a la negación, la racionalización, la actitud defensiva, la ansiedad y/o la procrastinación. Se puede detectar esta ambivalencia ante el cambio poniendo el foco sobre el lenguaje que se usa al hablar abiertamente sobre las elecciones en salud, bienestar y sobre los estilos de vida que adoptan.
La entrevista motivacional y la planificación de acciones
Se han probado muchos tipos de intervenciones con el propósito del cambio de estilos de vida perjudiciales para la salud por otros más saludables. Entre estos, la entrevista motivacional destaca por ser un método excepcionalmente innovador para mejorar la motivación del paciente para el cambio de comportamiento, especialmente en personas que expresan esta ambivalencia o dificultad para iniciar o mantener hábitos saludables. La entrevista motivacional permite que las personas expresen sus deseos de cambiar frente a la propensión a continuar enraizadas en comportamientos de riesgo, además ha demostrado que puede facilitar este cambio necesario para la salud.[2]
La entrevista motivacional se fundamenta en cuatro principios[3]:
Expresar empatía: Implica una actitud de aceptación y respeto de la persona y su ambivalencia como un proceso normal. Utiliza la escucha activa y reflexiva para devolver al paciente los conceptos que ha intentado transmitir.
Desarrollar las discrepancias: La motivación al cambio ocurre cuando las personas perciben la discrepancia entre dónde están y dónde les gustaría estar. Se intenta aumentar el nivel de conflicto entre sus creencias y la conducta actual, esperando que sea el mismo paciente quien finalmente presente los argumentos para cambiar.
«Rodar» con la resistencia: Evitar enfrentarse a sus declaraciones es el paso inicial. La actitud más adecuada es responder con empatía, no emitir juicios e intentar clarificar lo que quiere transmitir el paciente.
Apoyar la autoeficacia: Creer en la capacidad que tiene el paciente para cambiar y transmitírselo. Se debe fortalecer la idea de que es él quien decide comenzar un cambio y mantenerlo.
Es muy frecuente que existan motivaciones intrínsecas para abandonar hábitos de vida perjudiciales, pero también que aparezcan dificultades a la hora de dar el paso para lograrlo. Con este fin, la planificación de acciones sirve como técnica que puede usarse como parte de la entrevista motivacional o funcionar como una herramienta independiente para apoyar el autocontrol del paciente que esté listo o casi listo para el cambio. Tanto la entrevista motivacional como la planificación de acciones pueden usarse solas o de forma sinérgica para promover cambios positivos en comportamientos de alto riesgo para la salud. La actividad física, dejar de fumar, el consumo de alimentos con un alto contenido en fibra, una dieta baja en grasas, el control del peso corporal y aprender a gestionar el estrés reducen, el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer y una mortalidad prematura, además de muchos otros beneficios sobre la calidad de vida. Es el momento de impulsar herramientas precisas como la entrevista motivacional y la planificación de acciones para romper las barreras del cambio y trabajar de forma enérgica en promoción de la salud y educación sanitaria.
Referencias
[1] Connell L, Finn Y, Sixsmith J. Health literacy education programmes developed for qualified health professionals: a scoping review. BMJ open. 2023 Mar 1;13(3):e070734.
[2] Cole S, Sannidhi D, Jadotte Y, Rozanski A. Using motivational interviewing and brief action planning for adopting and maintaining positive health behaviors. Progress in Cardiovascular Diseases. 2023 Feb 24.
[3] Mercado SR, Cassinelli MF, Grez AI. Entrevista motivacional:¿ cuál es su efectividad en problemas prevalentes de la atención primaria?. Atención primaria. 2008 May;40(5):257.