Consideramos que un sistema sanitario en una sociedad avanzada debe ser armónico y coherente con su propósito y su misión y en equilibrio adaptativo con las transformaciones y dinámicas del entorno, sustentando su legitimidad en la responsabilidad institucional y social de sus órganos de autoridad y de dirección, y por tanto, de buen gobierno y gerencia.
La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) en el sector salud debe interpretarse, no como un apéndice complementario de las actividades esenciales de las instituciones sanitarias, sino como un compromiso formal de todos los agentes y grupos de interés -políticos, autoridades, empleados, proveedores, usuarios, comunidades y sociedad- cuya función en la creación e intercambio de valor no sólo se circunscribe al ámbito tradicional político, “societario” o económico, sino también al intrínsecamente ético y social, para la consecución colaborativa de objetivos compartidos que articulen la sostenibilidad interna y externa, así como la cohesión organizativa y social.
Dada la naturaleza de bien público preferente, los agentes y grupos de interés del sector de la salud deben contribuir con su compromiso a la creación de valor económico, social y medioambiental en un proceso conjunto e interactivo de diálogo, velando por la RSC y por la competencia de los servicios sanitarios.
Sabemos que la autoridad sanitaria y gestora de los servicios sanitarios públicos es responsable de proteger, planificar y gestionar la salud de la ciudadanía para responder con la mayor calidad, efectividad, eficiencia y equidad a las necesidades detectadas. Ello requiere del desarrollo de un buen gobierno sanitario, profesional y social.
El compromiso político con los principios de buen gobierno de la sanidad parte del trabajo y posicionamiento institucional de la Comisión de Buen Gobierno Sanitario del Consejo de Europa[1], conforme a la premisa de que una buena gobernanza influye positivamente en todas las funciones del sistema sanitario y en su cadena de valor, mejorando su desempeño y, en última estancia, los resultados de salud poblacionales.
Para la Comisión Europea, la buena gobernanza de los sistemas de salud se basa en principios y valores fundamentales: derechos humanos, cumplimiento de las leyes y derechos de la ciudadanía, a los cuales responde la sanidad pública: universalidad, equidad y solidaridad; atributos que son específicos del buen gobierno, como rendición de cuentas, transparencia, participación, eficiencia, calidad y seguridad, y dar respuesta a las necesidades de la población en aspectos éticos por medio de códigos de conducta que fomenten una cultura de integridad y moral pública.
Gestionar y gobernar la RSC
La RSC debe gestionarse, no sólo para garantizar las prestaciones y servicios sanitarios públicos a toda la ciudadanía en condiciones de igualdad de acceso y calidad asistencial, sino, proyectando externamente, hacia la comunidad, políticas de cooperación con todos los agentes del sector, bajo un compromiso social con la sostenibilidad del sistema y, estableciendo a su vez una cultura y unas normas éticas que sean referentes para la sociedad.
La reputación institucional para el conjunto del sistema de salud requiere de órganos de gobierno que asuman la RSC, donde garanticen los valores en su misión interna y externa para reforzar así la base de legitimación del sistema. Es bien sabido que la cadena ética de las organizaciones sanitarias se rompe por el eslabón más débil, y por ello, el gobierno institucional debe velar por el comportamiento socialmente responsable de todos los agentes proactivos del sector salud.
Los elementos constitutivos de la estrategia institucional en el sistema de salud deben de contribuir a mejorar la calidad de los servicios sanitarios, así como la reputación de todos los agentes profesionales y sociales. La orientación de este buen gobierno debe sustentarse en los principios éticos que guían las prácticas y comportamientos de la organización; en la forma, métodos e instrumentos de la gestión aplicada; en la capacidad y competencia de la función directiva; y en la RS como eje rector de todas las actuaciones públicas.
Todos los agentes de salud, con sus decisiones y actuaciones, no sólo representan a las propias instituciones del sistema de salud, sino que pueden inducir desde su RSC a actuar y a tomar decisiones a otros miembros de la sociedad. Por ello la importancia de fomentar valores que provean unidad y coherencia lógica para el conjunto del sistema, fundamentalmente a la hora de instrumentar políticas comunes, formas y estilos de dirección y formalización de estrategias de cambio.
Estos valores y aspectos éticos tienen implicaciones directas en la gestión de las organizaciones de salud. Avanzar en esta dirección implica abrir una línea de innovación en la forma de hacer política sanitaria, en sintonía con las aspiraciones de la ciudadanía y de los profesionales.
Esto supone un cambio respecto a la situación actual, y requiere de un planteamiento estratégico del sistema de salud, teniendo en cuenta el buen gobierno, la transparencia y la rendición de cuentas. Para facilitar la rendición de cuentas y la participación social, política y cívica, los datos de los centros sanitarios deben de ser accesibles y utilizables.
Es importante resaltar, que los hospitales tienen una clara orientación hacia los pacientes y profesionales y que sus webs y sus memorias de sostenibilidad son una herramienta fundamental para divulgar sus políticas, su misión, sus valores y sus resultados: asistenciales, sociales, medioambientales y económicos.
La calidad humana en la función directiva es fundamental para tomar buenas decisiones, y presupone una adecuada sabiduría práctica y unos hábitos morales que ayudan a resolver de forma correcta problemas complejos. Además, el tipo de motivaciones en el trabajo directivo y en las relaciones profesionales, determina el clima laboral y condiciona el clima convivencial en la organización.
Por ello, podemos decir, que la RSC puede ayudar a implantar una cultura de buenas prácticas, impulsando la creación de políticas y códigos de conductas que ayuden a implementar principios de transparencia y rendición de cuentas, siguiendo el ejemplo de los mejores servicios de salud y de referentes internacionales.
Referencias
[1] Comisión Europea. Libro Verde. Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. COM (2001) 366.
Foto de Behzad Ghaffarian