Perspectiva de género/sexo y atención sanitaria basada en valor

05/12/2022

El abordaje de la salud con perspectiva de género y de sexo es uno de los ámbitos que más interés ha suscitado en los últimos tiempos, en aras de conseguir una atención sanitaria más sensible a las diferencias genéticas, epigenéticas o hormonales entre hombres y mujeres, pero también a las desigualdades en salud reflejadas en las diferencias en los roles sociales, el estatus social y los patrones y estereotipos de feminidad y masculinidad culturalmente establecidos (diferencias de género). Sin duda, este es un aspecto fundamental para hacer un correcto abordaje en la medida que hay factores biológicos, socioculturales o sanitarios que hacen necesario este ajuste de perspectiva (1,2). Así, por ejemplo, las mujeres se encuentran infrarrepresentadas en muchos ensayos clínicos aleatorizados, pues como media, no superan el 30% de los pacientes participantes, con diferencias por patología. La participación de la mujer en ensayos clínicos ha sido muy baja a lo largo de la historia de la investigación clínica produciéndose de esta forma importantes sesgos de género. Hechos como el desastre de la talidomida durante los años 70 en EE.UU. hicieron desencadenar la prohibición por parte de la Food and Drug Administration (FDA) de que las compañías farmacéuticas ensayaran nuevos principios activos en mujeres embarazadas y en edad fértil en ensayos de fase I. Como consecuencia de estas limitaciones muchos fármacos nunca han sido testados en mujeres en edad fértil en las primeras fases de los ensayos, que son precisamente las que hacen referencia a la toxicidad, por lo que la eficacia y seguridad de determinados medicamentos en este grupo poblacional no se hallan establecidas. La carencia histórica de investigación enfocada hacia la mujer comprometía la calidad de la información disponible para su género así como los cuidados de salud que la mujer recibía (3).

Responder a esta demanda está en consonancia con los principios de la atención sanitaria basada en valor y promulgada en otros por Michael Porter y su iniciativa ICHOM (4,5) en la que la voz del paciente debe ser parte fundamental de un abordaje integral. El objetivo es aportar una atención sanitaria que aporte más beneficios que efectos no deseados, teniendo en cuenta las circunstancias de cada paciente, sus valores y su forma de ver las cosas, y que, además, se sustenta en la mejor evidencia disponible y en los estudios de coste-efectividad (6).

Por tanto, evaluar en la práctica clínica asistencial, los resultados y experiencia reportados por los pacientes, los comúnmente denominados PROMS (patient reported outcomes measures) y PREMS (patient reported experience measures), son un objetivo fundamental para capturar síntomas, satisfacción con el tratamiento, aspectos relacionados con la calidad de vida relevantes para el paciente, donde se aborde la esfera psíquica, física y social (7–10). Por medio de este abordaje, podemos detectar estas brechas de sexo y/o género y actuar en consecuencia, o intentar aplicar medidas correctoras.

En este sentido, el proyecto NAVETA (Figura 1) es un proyecto totalmente alineado con esta visión centrada en el paciente, en la que se ha constituido una comunidad de profesionales que pretende llevar a la práctica esta visión asistencial, para lo cual se dispone de una herramienta de telemedicina asociada a PROMS/PREMS electrónicos en 21 patologías inmunomediadas u oncológicas. Para cada patología se ha establecido un estándar set y workflow de PROMS/PREMS, tras la revisión de la bibliografía y bajo el consenso del comité científico, que permite un abordaje telemático así como una recogida electrónica de los PROMS/PREMS.

Figura 1. Aplicación NAVETA de Telemedicina asociada a ePROMs/PREMs

Fruto de este abordaje, cabe destacar el trabajo realizado por nuestro grupo en pacientes con VIH en Baleares (11) en el que detectamos diferencias hombre-mujer. Las mujeres presentaban mayor incidencia de síntomas reportados con el cuestionario HIV-SI (12), (Figura 2) especialmente en la esfera neuropsiquiátrica, o mayor dolor muscular, además de mayor carga anticolinérgica.

Figura 2. Prevalencia de síntomas, según HIV-SI Index por género.

En este mismo sentido, al evaluar la experiencia con la coordinación asistencial y centrada en la persona en pacientes de las consultas externas de Farmacia Hospitalaria en Baleares (13) mediante el PREM P3CEQ (person-centred coordinated care experience questionnaire), detectamos que las mujeres presentaban peor experiencia con la atención coordinada y centrada en la persona, como también apunta un estudio neerlandés reciente (14), lo cual nos apunta a que las diferencias de sexo y género, han de ser tenidas en cuenta para hacer un mejor abordaje, ajustado a las necesidades y preferencias de los pacientes.

En definitiva, consideramos fundamental virar hacia este nuevo abordaje individualizado y centrado en el paciente, que tiene en cuenta sus preferencias, circunstancias personales y profesionales, y que tiene en cuenta los resultados de aquellos aspectos que realmente importan al paciente.

Todo ello redundará en un paciente empoderado, más adherente a las indicaciones y medicamentos que se le prescriban y que sin lugar a dudas nos dará como fruto final, mejores resultados en salud, constituyéndose en otro activo del sistema sanitario.


Referencias

1. Ostrowska A. Health inequalities–gender perspective. Przegl Lek. 2012;69(2):61-6.

2. Ballantyne PJ. The social determinants of health: a contribution to the analysis of gender differences in health and illness. Scand J Public Health. diciembre de 1999;27(4):290-5.

3. McCarthy CR. Historical background of clinical trials involving women and minorities. Acad Med J Assoc Am Med Coll. septiembre de 1994;69(9):695-8.

4. Porter ME. What is value in health care? N Engl J Med. 23 de diciembre de 2010;363(26):2477-81.

5. https://www.ichom.org/mission/#mission

6. Kleinert S, Horton R. From universal health coverage to right care for health. Lancet Lond Engl. 8 de julio de 2017;390(10090):101-2.

7. Ahmed F, Burt J, Roland M. Measuring patient experience: concepts and methods. The Patient. 2014;7(3):235-41.

8. Bradley SM, Rumsfeld JS, Ho PM. Incorporating Health Status in Routine Care to Improve Health Care Value: The VA Patient Reported Health Status Assessment (PROST) System. JAMA. 2 de agosto de 2016;316(5):487-8.

9. PROMIS®. Dynamic Tools to Measure Health Outcomes from the Patient Perspective.

10. Barrio-Cantalejo IM, Simón-Lorda P, Sánchez Rodríguez C, Molina-Ruiz A, Tamayo-Velázquez MI, Suess A, et al. [Cross-cultural adaptation and validation of the Picker Patient Experience Questionnaire-15 for use in the Spanish population]. Rev Calid Asist Organo Soc Espanola Calid Asist. octubre de 2009;24(5):192-206.

11. Mercadal-Orfila G, Font J, Pons M, Blasco Mascaró I, Piqué N. HIV-positive women have higher prevalence of comorbidities and anticholinergic burden: assessment of the HIV-positive population from Menorca (Balearic Islands). AIDS Care. 27 de abril de 2022;1-10.

12. Justice AC, Holmes W, Gifford AL, Rabeneck L, Zackin R, Sinclair G, et al. Development and validation of a self-completed HIV symptom index. J Clin Epidemiol. diciembre de 2001;54 Suppl 1:S77-90.

13. Mercadal Orfila G(1) , Ventayol Bosch P,(2)  Gomez Lobon A(2) , Maestre Fullana MA(3), Serrano López de las Hazas J (4) , Mateu Amengual F,(5)  Lluch Taltavull J(1) , Iglesias Serrano MC.(2). Evaluación de la experiencia de los pacientes con la atención coordinada y centrada con al persona mediante el cuestionario P3CEQ. En 67 CONGRESO SEFH Barcelona; 2022.

14. Rijken M, Stüssgen R, Leemrijse C, Bogerd MJL, Korevaar JC. Priorities and preferences for care of people with multiple chronic conditions. Health Expect Int J Public Particip Health Care Health Policy. agosto de 2021;24(4):1300-11.

Foto de FLY:D

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