
“El pensamiento lateral es como cavar un hoyo en un lugar nuevo, en lugar de seguir cavando más profundo en el mismo.”
— Edward de Bono
No lo mires, no lo mires…me repetía una y otra vez en un intento desesperado por volver a dormir, pero inevitablemente lo hice: cogí el móvil, eran 3.15 de la madrugada. Los minutos comenzaron a pasar mientras repasaba mentalmente todos los temas de trabajo que había dejado pendientes ese día: correos, llamadas, informes, contratos… No era algo diferente a lo que sucedía otras noches, solo cambiaba el lugar: Granada. Hacía solo unas horas estaba en la Alhambra, imaginando un tiempo pasado en el que la vida se veía y vivía a otra velocidad… donde también gestionaban recursos y personas… y siempre lo hacían escuchando el murmullo del agua.
¿Qué hago yo en Granada con la cantidad de cosas que tengo pendientes?
Acaba de comenzar mi Diploma de Especialización en Desarrollo Directivo en el Sector Salud y tenía entre manos realizar un proyecto útil para mi Dirección. Rodeada de otros compañeros con realidades muy distintas, entendí que tenía mucho por aprender y que esa distancia, física y mental, era necesaria para mirar con otros ojos la realidad que ya conocía. Mi día a día, más parecido a un rompecabezas que a un tablero estratégico, pasaba ante mí a gran velocidad, mientras yo sentía que me movía dentro de un sistema sanitario guiado por la inercia que me obligaba a improvisar, a resistir y, a veces, simplemente a aguantar, mientras intentaba encajar mis piezas: dos hospitales, antes pertenecientes a una agencia pública integrados dentro de una estructura de área de gestión sanitaria.
Uno por uno, comencé a analizar todos los factores determinantes de mi trabajo y que me estaban quitando el sueño. El gran desafío no estaba en los recursos materiales o en la estructura del sistema, sino en las personas que lo sostenían y en ese punto tropezaba una y otra vez, necesitaba nuevas soluciones.
La gestión de personas se ha convertido en el reto más complejo de nuestro día a día
Cómo atraer, motivar y no perder lo que ya tenemos. Reto que es aún mayor en áreas rurales. Las dificultades de cobertura puntuales, hoy se han convertido en una constante. Ahora los profesionales buscan tiempo, estabilidad, conciliación, y un entorno laboral que les ofrezca algo más que un sueldo. En este momento son ellos los que eligen, y a veces no nos eligen a nosotros. Aun así, estoy convencida que los pequeños hospitales y centros rurales tienen mucho que ofrecer: una forma distinta y muy valiosa de hacer medicina, cercana, de equipo, con nombre y rostro.
Pero la realidad se complica aún más cuando, incluso contando con recursos, éstos son inmóviles o inamovibles. La pérdida de privilegios, abandonar rutinas cómodas o asumir incertidumbres implica un desgaste que muchos no están dispuestos a asumir si no hay algo fuerte que lo compense. Las rigideces administrativas se convierten además en muros invisibles que nos impiden adaptar los equipos a nuestras necesidades reales.
El sistema es lento porque fue diseñado para la estabilidad, no para el cambio. Pero necesitamos ese cambio y, aunque no hay soluciones mágicas, sí caminos posibles: tener otra mirada, atrevernos a pensar y actuar de forma distinta, desarrollar nuestro pensamiento lateral y buscar soluciones. Como plantea Edward de Bono en Pensamiento lateral (1970), a veces no se trata de profundizar más en lo mismo, sino de atreverse a cavar en otro lugar. Y eso requiere salir del terreno conocido, ganar distancia y observar desde otro ángulo.
El tiempo y desarrollo profesional son bienes de alto valor
Crear espacios reales de formación, facilitar la investigación y el desarrollo profesional puede ser el mayor incentivo para atraer y retener talento, y además, transmite un mensaje claro: nos importas y apostamos por ti. Otras recompensas pueden ser aumentar la autonomía en la gestión y la posibilidad de hacer medicina de verdad, esa que se practica con tiempo, escucha y vocación. Si conseguimos crear ese entorno y visibilizar los logros del equipo, fortaleceremos vínculos haciendo que nuestros profesionales estén dispuestos a quedarse. Pero para todo ello, necesitamos líderes valientes al frente, que no teman cuestionar lo establecido y que actúen con visión y empatía.
Y mientras el insomnio me envolvía, comprendí que no era solo el peso del trabajo lo que me desvelaba, sino la urgencia de mirar de frente esa realidad que ya no podía sostenerse solo con entrega y resistencia. Necesitamos saber qué quieren nuestros profesionales, cuáles son sus inquietudes, porque solo cuando somos capaces de detenernos y escuchar, descubrimos que gestionar también es imaginar otros futuros posibles y atreverse a construirlos. Granada no me ofreció descanso, pero sí perspectiva y me recordó que hubo un tiempo en el que también se gestionaba con visión y armonía… y escuchando siempre el murmullo del agua.
Bibliografía
De Bono, E. (1970). Pensamiento lateral: Manual de creatividad. Editorial Paidós. Barcelona, España.
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