La verdadera amenaza no es la radiación, es la rutina: es necesario prescribir con evidencia

27/10/2025

Siempre hemos visto los avances tecnológicos en medicina con un ojo de admiración incondicional. Y con razón. La capacidad de mirar en el cuerpo humano sin necesidad de un bisturí ha revolucionado el diagnóstico y el tratamiento. Pero como en todo en la vida, la moneda tiene siempre un reverso. Y lo que el estudio de Smith-Bindman et al. nos recuerda es la urgente necesidad de abordar este progreso desde la prudencia y la evidencia.

El estudio, con datos de 3,7 millones de niños, pone el foco donde más duele: en nuestros hijos y en la exposición a radiación ionizante por pruebas como los escáneres o tomografías axiales asistidas por ordenador. Sus hallazgos son tan sólidos para hacernos reflexionar: existe una relación lineal y directa entre la dosis de radiación recibida en la médula ósea y el incremento del riesgo de desarrollar cánceres hematológicos. De hecho, con dosis acumuladas relativamente bajas (entre 30 y 50 mGy), este riesgo se duplica.

Aquí es donde es necesario detenerse y no caer en el alarmismo. Sí, el riesgo relativo se duplica. Pero el riesgo absoluto, lo que realmente marca la diferencia para un paciente individual, sigue siendo muy bajo. Mucho menos del 1% de los jóvenes del estudio recibieron estas dosis, e incluso en estos casos, el número adicional de cánceres era de 25,6 por cada 10.000 personas. Es un riesgo mensurable, sí, pero pequeño. Esto debe ser tranquilizador para cualquier padre o madre cuando existe la certeza de que es necesario hacer una prueba de éstas.

La verdadera reflexión, pues, no es miedo al método, sino sobre su uso. El problema no es la tecnología en sí, que salva millones de vidas a diario, sino su aplicación indiscriminada. La variación persistente en las tasas de utilización de estas pruebas entre diferentes centros y regiones es la prueba definitiva de que, a menudo, se realizan por inercia o miedo a litigar, y no por evidencia médica sólida.

Este estudio es un llamamiento de atención para toda la comunidad médica. Es un recordatorio de que cada prescripción de una prueba con radiación debe ser el resultado de una evaluación cuidadosa del balance entre el beneficio esperado y el pequeño, pero real, riesgo adicional. Es una defensa en hacer más y mejor investigación, en invertir en educación para los profesionales que prescriben y para los que ejecutan, y en seguir apostando por tecnologías que reduzcan al máximo la dosis sin perder calidad diagnóstica.

En definitiva, se trata de ejercer un principio muy antiguo en medicina: primum non nocere (primero, no dañar). La imagen médica es una herramienta formidable, pero como cualquier herramienta potente, debe estar en manos de quien sabe utilizarla con precisión y respeto. Nuestro deber es asegurarnos de que esto ocurra, para el bienestar de todos.


Referencias

  • Smith-Bindman R, Alber SA, Kwan ML, Pequeno P, Bolch WE, Bowles EJA, Greenlee RT, Stout NK, Weinmann S, Moy LM, Stewart C, Francisco M, Kofler C, Duncan JR, Ducore J, Mahendra M, Pole JD, & Miglioretti DL. (2025). Medical Imaging and Pediatric and Adolescent Hematologic Cancer Risk. The New England journal of medicine, 10.1056/NEJMoa2502098. Advance online publication. https://doi.org/10.1056/NEJMoa2502098
  • Rubin EJ. (2025). Risk and Benefit. The New England journal of medicine, 10.1056/NEJMe2513817. Advance online publication. https://doi.org/10.1056/NEJMe2513817

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