Resumen de la intervención de Vicente Ortún en la sesión “Reformar la gestión pública de los servicios de salud” organizada como lanzamiento del Observatorio La gestión importa.
Los servicios de salud y de educación comparten la necesidad de reformar su gestión pública pero también sus posibles soluciones. Educación y salud son dos sectores clave para la competitividad de la economía y el bienestar de la sociedad. No se necesita más estado sino mejor estado, aclarando que la gestión pública no es un oxímoron, que la gestión privada no es necesariamente mejor que la gestión pública, que la ciudadanía muestra fuertes preferencias por la función pública y que, para reformarla, hay que contar con el valioso personal funcionario. La pandemia ha puesto al descubierto debilidades estructurales. España es uno de los países con mayor caída del PIB y con mayor mortalidad mundial por COVID. Sin embargo, la crisis ha supuesto también algunos efectos positivos como la capacidad adaptativa de los servicios públicos o la agilidad administrativa gracias al estado de excepción.
Cuatro elementos para transitar de la función pública al servicio público
- La receta de la transición para los servicios de salud está condensada en las 30 medidas para fortalecer el sistema de salud, también válidas para el sector educativo. Se necesita mayor autonomía de gestión en un marco de competencia de comparación por calidad, acabar con la precarización que impide la longitudinalidad, especialmente grave para la atención primaria.
- La creación de una autoridad independiente de prácticas y políticas sanitarias (HispaNICE) y la definición de una cartera de servicios con criterios de coste-efectividad e impacto presupuestario.
- La colaboración público-privada necesita más datos y menos ideología.
- La elaboración del Real Decreto Ley por el que se aprueban medidas urgentes para la modernización de la administración pública trata de garantizar la gestión de los fondos de la Next Generation otorgando mayor poder a la Administración General del Estado.
Si no se evita que los ciudadanos voten con los pies y las clases medias abandonen los servicios públicos, se corre el riesgo de precarizar el sistema de salud y retroceder décadas.